
Imagine la situación: en una casa con muchos años de historia, en invierno hace cada vez más frío, a pesar de que la caldera antigua trabaja a plena potencia. ¿Le resulta familiar? Se enfrenta a una elección difícil: seguir pasando frío o gastar sumas considerables en una rehabilitación completa del sistema de calefacción con sustitución de todos los radiadores, tuberías y racores. Esto no solo es costoso, sino que también requiere una reforma integral, lo que puede implicar residir temporalmente en otro lugar.
El problema radica en que los sistemas de calefacción antiguos con radiadores de hierro fundido o de acero están diseñados para una alta temperatura del fluido térmico, de 65-75°C o más. Las bombas de calor tradicionales disponibles en el mercado suelen proporcionar una temperatura máxima de impulsión de hasta 55-60°C, insuficiente para el funcionamiento eficaz de radiadores antiguos. Este problema es especialmente acusado en viviendas con sistema monotubo, donde la reducción de la temperatura del fluido provoca una caída crítica de la emisión térmica en los últimos radiadores.
Por qué los radiadores antiguos necesitan alta temperatura del agua
Para comprender la esencia del problema, conviene acudir a la física de la transferencia de calor. Los radiadores antiguos (de hierro fundido, de acero) se diseñaron con una curva de temperatura de 70-90°C / 60-70°C, que fue el estándar de la calefacción por caldera durante décadas. La emisión térmica del radiador es directamente proporcional a la diferencia de temperatura entre el fluido térmico y el aire del interior.
Al reducir la temperatura del fluido térmico de 75°C a 55°C (típica de las bombas